En Puebla habrá megaobras, no megasaqueos

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Alejandro Armenta apuesta por megaobras sin megadeudas ni saqueos. En Cuautlancingo, crecen denuncias contra Lupita Daniel por desabasto de agua.

En Puebla habrá megaobras, no megasaqueos

Por Ismael Bermejo

Desde El Confesor reconocemos la firmeza del gobernador Alejandro Armenta al defender el rumbo de su administración. Su estilo es claro y sus acciones, visibles. No hay espacio para ambigüedades.

La frase que ayer resonó en el Centro Integral de Servicios (CIS) fue contundente y reveladora del rumbo que quiere imprimirle a su gestión:

Megaobras, no megasaqueos; megaobras, no megadeudas”.

Con esta declaración, Armenta marcó distancia de los viejos modelos de obra pública que, según él, saquearon al estado y endeudaron a Puebla durante los gobiernos neoliberales. Su administración, afirmó, es bioética, guiada por valores, principios y sin compromisos oscuros con intereses privados o corruptos.


En Cuautlancingo: sí al agua, no a Lupita Daniel

Desde esta misma trinchera, observamos con claridad la desesperación de Guadalupe Daniel, quien busca aferrarse al control del Sistema Operador de Agua Potable de Cuautlancingo. Y no es por vocación de servicio, sino por el poder político y económico que representa ese cargo.

Lo ocurrido ayer en la rueda de prensa organizada por sus operadores en pleno centro de la ciudad fue una muestra clara del desgaste de su figura pública: desorden, agresión a medios (incluido el reportero Rubén Díaz Avelino) y ningún argumento sólido para justificar el desabasto del agua o los altos costos de las pipas, presuntamente administradas por familiares suyos.

En vez de dar respuestas, recurrió a la victimización y acusaciones de violencia de género, sin jamás explicar por qué desde octubre, decenas de fraccionamientos y colonias de Cuautlancingo no tienen agua, pese a que los usuarios han cumplido puntualmente con sus pagos.

Y como si no fuera suficiente, ayer también quedó en evidencia la intervención de la diputada Karina Pérez Popoca, quien —según Lupita— es su amiga y acudió en su auxilio al ver la presencia de la prensa. Una jugada que revela la profundidad del entramado político detrás de esta disputa.

Lo cierto es que la señora Daniel quiere seguir con hueso, pero las y los ciudadanos exigen algo más básico y justo: agua potable. Su salida no solo es inminente, es necesaria.

En El Confesor sobran las historias sobre su gestión, pero lo que más abunda son las voces de los vecinos que, hartos de promesas y sin agua en sus casas, ya no están dispuestos a tolerar más simulaciones.

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